“Mi destino me condujo a Guatemala a través del teatro, probando que el escenario no conoce fronteras, solo almas dispuestas a vibrar en el mismo lenguaje.”
—Pepe Posada
📅, 2001 / 2002
🎭 Teatro IGA, Guatemala
💃Coreógrafo
En 2001 y 2002, Willy Gutiérrez y Silvia García Granados me invitaron a colaborar con ellos en dos proyectos en Guatemala: Una Noche en Broadway y La Academia en Broadway.
Fue una gran experiencia que me obligó a ser totalmente responsable de mí mismo, de mis tiempos y de mi forma de ensayar. No llevaba asistente, iba solo. Nadie me recordaba nada, así que tenía que ser más disciplinado y llevar mis anotaciones al día. Esa independencia me dio seguridad.

Aprendí que el lenguaje cambia de país en país y tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa y muy talentosa. Guatemala es un país de contrastes muy altos —pobreza y riqueza conviven lado a lado— y, a pesar de eso, tecnológicamente iban más avanzados que México, con una influencia estadounidense mucho más fuerte.
Me sorprendió ver teatros convertidos en tiendas o iglesias. Quién iba a decir que en México también empezaríamos a ver lo mismo, como sucedió con el Teatro Silvia Pinal.
Los espectáculos se presentaron con gran éxito en el IGA, un auditorio manejado por la Embajada Americana. Trabajar con Willy Gutiérrez siempre fue una gran experiencia y un gran aprendizaje. Willy me dio muchos consejos que atesoraré toda la vida.
Fue precisamente en Guatemala donde recibí, vía telefónica, la noticia más dolorosa de mi vida: la muerte de mi madre. En ese momento, Willy Gutiérrez y Silvia García Granados se movilizaron de todas las formas posibles para lograr que yo regresara a México al sepelio. Se portaron como los mejores, con una solidaridad que nunca olvidaré.
A mi llegada a México, la primera llamada que recibí fue de Doña Fela. Con su voz firme pero llena de humanidad, me dijo: ‘Yo sé que madre solo hay una. Pero cuando le falte madre, venga conmigo. Yo sabré cómo ayudarlo.’
Ese gesto, sencillo y profundo, selló para siempre nuestra relación.

Hoy, al mirar hacia atrás, sé que cada montaje fue más que un espectáculo: fue una lección de vida. Cantando Bajo la Lluvia me dio un mote que aprendí a transformar en respeto; Loco por Ti me abrió las puertas de la familia Fábregas; La Alegría de Aprender me enseñó que el teatro también puede ser escuela; Guatemala me regaló disciplina y contrastes; y la pérdida de mi madre me mostró la fuerza de la solidaridad y el cariño verdadero.
El teatro me ha dado amigos, maestros y compañeros que se volvieron familia. Me ha enseñado que detrás de cada telón hay risas, lágrimas, cansancio y esperanza. Que la creación no es solo arte, sino resistencia. Que la memoria se construye con cada paso de tap, cada carcajada en las butacas, cada palabra dicha en confianza.
“Mi legado no está solo en las coreografías ni en los aplausos, sino en las historias compartidas, en los aprendizajes que otros podrán tomar de mi camino. Porque entre telones y sueños, algoritmos y globos, he aprendido que la vida misma es el mayor escenario, y que cada caída, cada triunfo y cada abrazo forman parte de la obra que sigo escribiendo. Pronto llegaria a mí un proyecto que me ayudaría a continuar y a recuperar la fe: El diluvio que viene.”
— Pepe Posada