Cada proyecto tiene un origen, y el mío con la familia Fábregas comenzó marcado por la sorpresa. Llegamos con la ilusión de aprender de quienes habían producido innumerables obras, pero pronto descubrimos que el verdadero aprendizaje sería hacerlo a nuestra manera. Entre listas interminables, talleres y sueños que parecían imposibles, nació una etapa que transformó mi vida y mi carrera: Loco por Ti.”
—Pepe Posada
📅, 1998
🎭 Teatro San Rafael
🎭 Asistente de Producción
💃Coreógrafo Asociado
🏆 Premios de la Crítica Especializada
La primera cita con Fela. Desde el principio supe que con Fela no habría medias tintas: o estabas a la altura o te hacía ver, a su manera, que ese no era tu lugar. Cuando llegamos a la primera cita con ella, yo ya la conocía bien: había estudiado el taller de teatro del San Rafael. Todo e l medio conocía su su fama, una mujer muy dura, su sola presencia imponía respeto, marcaba jerarquías y creaba una distancia que nadie se atrevía a romper. Entrar a esa reunión era como atravesar un umbral: cualquier error podía costarnos caro, cada palabra sería evaluada y frente a ella no había espacio para titubeos.
Cuando Fela Fábregas nos llamó, Ana María Collado y yo intuimos se trataba de Crazy For You. Ella había visto incontables veces *Cantando bajo la lluvia*, y aunque aquella producción nos dejó quebrados, exhaustos y con más dudas que certezas, también impresionó a los productores establecidos de la época. Su siguiente proyecto, *Crazy for You*, estaba lleno de números de tap, coreografías complejas y ritmo incesante. Ahí nuestra experiencia previa se volvió pieza clave, casi la llave de entrada a un nivel distinto de confianza.
Antes de hacernos una propuesta nos comentó que había recibido una llamada de un abogado, el mismo que nos demandó en Cantando Bajo la Lluvia queriendo quitarnos la posibilidad de trabajo. Afotunadamente ella entendió las intensiones de este hombre y lo mando a volar.
Al principio, la propuesta no fue la coreografía. Se acotaba a asistentes de producción encargados de audiciones y taller de capacitación, apoyar desde la trinchera de la organización. Aceptamos pues queríamos aprender… h Hcimos listas interminables de utilería, vestuario y escenografía, además de dibujos detallados de los sets, algunos de ellos terminaron usándose prácticamente tal cual los habíamos trazado.
También coordinamos las audiciones y el taller de capacitación para el elenco, afinando tiempos, citatorios y dinámicas, mientras esperábamos la llegada del coreógrafo extranjero que supuestamente montaría la coreografía original. Pero ese coreógrafo nunca llegó: su sueldo y el porcentaje de taquilla que pedía eran demasiado altos para la producción, así que Fela tomó una decisión tajante. Optó por nosotros, pidiendo una reproducción fiel de la coreografía original a partir del material disponible.
Lo que parecía un encargo limitado se transformó, casi sin darnos cuenta, en un reto mayor que nos rebasaba y al mismo tiempo nos emocionaba. Durante el taller montamos los fragmentos más complejos del show, desmenuzando pasos y probando soluciones, de modo que cuando finalmente nos confió oficialmente la coreografía, ya teníamos buena parte del camino avanzado y un lenguaje común con el elenco. El único obstáculo serio fue que las traducciones de las letras llegaron muy poco antes del estreno, obligándonos a rehacer acciones, gestos y reacciones dentro de las coreografías para que correspondieran con lo que se cantaba en español, sin perder el espíritu del original.
Ana y yo nos dividíamos las tareas casi al milímetro: mientras uno montaba coreografía en el escenario, apoyado por Mariana Cabalceta, el otro atendía pendientes de producción, resolvía emergencias y ajustaba detalles de logística.
Para *Loco por ti* logramos vender todo el vestuario que *Cantando bajo la Lluvia* utilizaba en *Es más que única* —plumas de avestruz, boas y piezas llenas de brillo—, que Gilberto Granillo transformó con enorme creatividad para la nueva obra, dándoles una segunda vida sobre el escenario.
También sumamos a Mario Alberto Gómez, creador del set de la lluvia en *Cantando, quien ahora diseñó el efecto del pistón del final de *Loco por ti*, un momento espectacular que cerraba el espectáculo. A Francisco Esparza lo incorporamos en la zapatería, cuidando que el calzado respondiera a las exigencias de diseño de la época y se adaptara a las exigencias coreográficas. El vestuario femenino fue supervisado directamente por Fela, quien trabajó con modistos de alta costura cuidando hasta el último detalle, mientras que el vestuario masculino lo compramos Ana y yo en tiendas locales, probando combinaciones hasta encontrar el equilibrio entre estilo y presupuesto.
El reto más complicado fue el plato de minero sobre el que se bailaba tap en el número *Tengo ritmo*: debía verse bien, sonar bien y resistirlo todo. Finalmente nos lo fabricó un señor que hacía ollas de presión; tenía que ser liviano pero resistente, pues los hombres bailaban encima y las mujeres lo utilizaban como pandero. Muchas cosas las conseguimos en mercados locales, como las sillas para *Stiff Upper Lip*. Era teatro hecho con ingenio, precariedad y pasión, donde cada hallazgo en un puesto de mercado podía convertirse en parte del universo de la obra.
En medio de esa vorágine, el equipo creativo se fue consolidando como una familia de batalla. Alex Orive en la Traducción y Adaptación, Willy Gutiérrez como director musical, Rafael Perrín, y en la Iluminación y Produccion ejecutiva Manolo Sánchez Navarro.
El elenco estaba encabezado por Manuel Landeta, Lisset, Angelita Castany, Simone Brook, Jorge Pais, José Antonio López Tercero, Rocío Yeo y David de la Rosa, entre otros talentos que terminaron siendo parte de nuestra vida cotidiana. Muchos llegaron gracias a nuestra influencia en la selección, pues ya habíamos trabajado juntos en producciones de Marcial Dávila y sabíamos que responderían a la exigencia diaria. Gran parte del ensamble provenía de excompañeros o de la temporada de *Cantando bajo la lluvia*, así que había confianza, códigos compartidos y un lenguaje artístico ya probado.
No todo fue fácil ni glamoroso. Fela solía referirse a nosotros como “los de la lluvia”, un mote despectivo que, aunque al principio podía parecer una broma interna, con el tiempo nos tenía hasta la coronilla, porque minimizaba nuestro trabajo y nos encasillaba en una sola experiencia. En esa época yo desconocía que tenía una condición neurológica que me hacía explotar con ciertos estímulos, especialmente bajo presión y ante burlas repetidas.
Un día, al final de un ensayo particularmente intenso, reventé. Fue como una olla express: la presión acumulada durante meses encontró una pequeña fuga y todo salió de golpe. Todos se quedaron helados, en silencio, sin saber cómo reaccionar ante ese estallido. Pero tanta burla tenía un límite, y ese límite se cruzó.
Lo sorprendente fue que ese estallido, lejos de romper la relación para siempre, abrió otra etapa. A partir de ahí surgieron el respeto, la confianza y límites más claros en la forma de tratarnos. Fela empezó a vernos desde otro lugar y yo también aprendí a poner en palabras lo que no podía seguir tolerando. Más que una cuestión de orgullo o dignidad personal, entendí que poner límites es una forma de respetar mi trabajo y el de mis compañeros, y de cuidar un ambiente laboral pacífico donde todos pudiéramos crear sin miedo.
En los pasillos del teatro se dice que “el valiente vive hasta que el cobarde quiere”, y yo empecé a ver esa frase de otro modo: no como una invitación a la venganza, sino como un recordatorio de que, si nadie pone límites, el abuso se normaliza y el respeto desaparece del escenario y del camerino. Entendí que, a veces, poner un alto no es faltar al respeto, sino todo lo contrario: es la única manera de defender el trabajo, proteger a los compañeros y mantener viva la posibilidad de un encuentro creativo sano.
Ana María y yo nos quedamos al principio juntos manteniendo la obra. Como todo proyecto teatral, llegó un momento en que las entradas no eran tan buenas y había que recortar gastos. Fela nos dijo que ya no podía pagar sueldos de mantenimiento. Ana decidió irse; yo me quedé. No sé si fue esa decisión la que me acercó más a Fela, pero desde entonces me convertí en su mano derecha. Aprendí a verla más allá de la dureza: era amorosa y rigurosa a la vez, humana y firme.
“Mirando hacia atrás, sé que aquel trabajo fue mucho más que un montaje teatral. Fue resistencia, fue locura, fue verdad. De ser ‘los de la lluvia’ pasamos a ser parte esencial de un engranaje que levantó un musical memorable. Y lo más importante: fue el inicio de una relación con Fela Fábregas que me convirtió en su mano derecha y me abrió las puertas a proyectos que marcarían mi legado. Loco por Ti no solo levantó su telón en 1998; levantó también el telón de mi historia con la familia Fábregas.”
Cada espectáculo en el que he trabajado ha dejado una huella muy especial, y el Radio City Christmas Spectacular no fue la excepción. Tuve la fortuna de ser contratado como intérprete y traductor del coreógrafo repositor para México, y esa experiencia se convirtió en la más importante de mi carrera: cambió por completo mi forma de trabajar, desde la programación hasta el montaje coreográfico. Fue mi mejor escuela, al ver cómo se construye un show tan técnica y artísticamente perfecto.
La manera en que organizan todo —desde la contratación, la logística de los viajes, los materiales que te proporcionan, el hospedaje, los alimentos y el transporte, hasta los calendarios y tiempos de ensayo y descanso— me hizo consciente de lo importante que es el trato humano hacia el elenco. Artísticamente aprendí que la perfección se alcanza gracias a la forma en que se monta el espectáculo, al respeto hacia quienes lo integran y a la coordinación impecable de todas las áreas, logrando un show redondo y perfecto. Todo lo aprendido comencé a integrarlo en mis siguientes trabajos
“Mirando hacia atrás, sé que aquel trabajo fue mucho más que un montaje teatral. Fue resistencia, fue locura, fue verdad. De ser ‘los de la lluvia’ pasamos a ser parte esencial de un engranaje que levantó un musical memorable. Y lo más importante: fue el inicio de una relación con Fela Fábregas que me convirtió en su mano derecha y me abrió las puertas a proyectos que marcarían mi legado. Loco por Ti no solo levantó su telón en 1998; levantó también el telón de mi historia con la familia Fábregas.”
— Pepe Posada
