PEPE POSADA HOME@x

RevenTón

2018

Reventón

Mi primera dirección escolar: un grito contra la drogadicción

Después de la ternura y la imaginación de Cri-Cri, mi camino artístico dio un giro radical. Llegó Reventón, escrita por Moni Coronel, una obra escolar basada en una historia real que me puso frente a un reto completamente distinto: dirigir por primera vez un montaje que abordaba el tema de la drogadicción en adolescentes.

La premisa fue modernizar una puesta que ya tenía muchos años, con un elenco más fresco y cercano, para que resultara identificable para el público actual.

La trama era dura y necesaria. Una joven es envuelta por una pseudo amiga —en realidad una dealer— que la introduce en el mundo de las drogas. Lo que comienza como una búsqueda de pertenencia se convierte en un camino de confrontaciones, miedo y finalmente tragedia. El desenlace es estremecedor: el suicidio de la protagonista, incapaz de enfrentar la presión y el temor de que su madre descubriera la verdad.

El montaje fue interpretado por Nina Contla y Joy Medina, quienes dieron vida a estas dos amigas de Waxuwel. Su entrega en escena fue conmovedora: una representaba la inocencia de una hija abandonada por una madre que trabaja sin descanso, y la otra la influencia negativa de una amistad que la arrastra al consumo. La tensión entre ambas, los enfrentamientos y el miedo constante a ser descubierta, construyeron un relato que golpeaba directo al corazón del público.

 

El impacto de Reventón

Reventón no fue solo una obra escolar: fue un espejo de la realidad que viven muchos jóvenes. Para mí, significó descubrir el poder del teatro como herramienta de prevención y conciencia social. Pasar de coreografiar musicales llenos de fantasía a dirigir un drama escolar sobre drogas y abandono fue un salto enorme, pero también una confirmación de que el arte puede educar, alertar y salvar vidas.

La nueva versión de Reventón fue recibida con gran éxito en cuatro escuelas, logrando su propósito de impactar y generar reflexión. Sin embargo, la llegada de la pandemia interrumpió abruptamente el proyecto, obligándonos a suspender las presentaciones.

A pesar de esta pausa inesperada, el mensaje de Reventón sigue siendo tan relevante como siempre. Esta obra no solo es un testimonio del talento de las jóvenes actrices y del equipo creativo, sino también un recordatorio de la importancia de abordar temas sensibles que afectan a nuestra juventud. El legado de Moni Coronel como autora y productora, junto con el esfuerzo de esta nueva puesta en escena, refuerza el poder del teatro como herramienta de cambio social.

 

Un hito personal

Reventón marcó un hito en mi trayectoria: fue mi primera experiencia en el teatro escolar y mi inicio como director actoral. Recuerdo con gran satisfacción el resultado que logramos con Nina Contla y Joy Medina. Este éxito inicial no solo me llenó de orgullo, sino que también encendió una chispa en mí.

A partir de esa experiencia, decidí que era momento de profundizar mis conocimientos y habilidades. Quería tener más “armas” para enriquecer mis montajes coreográficos o, ¿por qué no?, aspirar a ser un director de escena y coreógrafo completo, al estilo de las producciones de Broadway. Reventón fue el punto de partida que me impulsó a buscar una capacitación más formal y a explorar nuevas facetas dentro de las artes escénicas.

Hoy mi historia en el teatro se encuentra atravesada por una batalla que nunca imaginé: un juicio contra el Centro Cultural Virginia Fábregas por despido injustificado durante la pandemia. He ganado dos veces, ellos se han amparado, y seguramente harán mil artimañas para no cumplir con sus obligaciones. Llevo más de cinco años en este proceso, sabiendo que al hacerlo cerraba puertas en el teatro. Ellos son dueños de 6 teatros; quizá cavé mi propia tumba, quizá escribí mi historia final.

Después de la muerte de Fela, una mujer de palabra y pasión, la dirección del Centro Cultural quedó en manos equivocadas. Un maestro trepador me hurtó la dirección, y el tiempo demostró la falta de visión con la clausura de la escuela. Porque no todo reside en un título universitario ni en lo que uno cree saber hacer: lo importante es tener pasión por lo que se hace, generar nuevas generaciones preparadas para el teatro musical, con disciplina y con maestros que guíen, no que se dejen llevar por la improvisación.

Yo creé el Curso de Verano de Teatro Musical, que cada año estaba abarrotado, y junto a Rafa Maza, quien fue mi alumno, diseñamos la Carrera de Teatro Musical, un programa de cuatro años enfocado en pulir talento y formar artistas completos. Era el sueño de Fela, y no tuvo el final que ella hubiera deseado.

 

🌟 Mi legado

No sé si mi historia en el teatro ha terminado. No sé si habrá algo más que contar. Lo que sí sé es que lo que hice fue con corazón, que aquel soñador logró marcar su paso por el teatro, que fui premiado y que fui feliz contando historias y realizando mis sueños.

El teatro me enseñó que la coreografía no es un adorno, sino un lenguaje que une y aporta a la historia. Me enseñó que cada intérprete tiene vida, memoria y personalidad, y que incluso el ensamble merece ser un personaje.

Si este es el final, me despido con gratitud. Y si aún queda algo por escribir, que sea la vida misma la que decida. Porque entre telones y sueños, aprendí que lo importante no es cuánto dura la función, sino la huella que deja en quienes la viven.

Translate »